14.4.09

LA CARPA DE TRUFALDINO


(C) Ilustración: Roberto Espina

EL SACAMUELAS
DON OSO

CUENTO MIMADO

Personajes:

Trufaldino
(Relata y mima)

Don Oso
Don Gallo


Trufaldino: (Entra con un pañuelo atada alrededor de la cara. Demuestra tener dolor de muelas)

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

(Baja un cartel en el que se lee “Don Oso, Sacamuelas”)

Este cartel me recuerda una historia pintoresca,
ocurrida entre un gallo fino, y Don Oso Sacamuelas.
El Sacamuelas Don Oso, era un dentista muy famoso,
que por su puesto tenía muy selecta clientela.
Un oso gordo y tranquilo, un oso de gran paciencia.

(Mima al oso)

Un día que no recuerdo,
llegó hasta su consultorio
un gallo réquete emplumado,
Animal adinerado, elegante, distinguido
De altisonoro apellido.

(Mima al gallo)

Este gallo se quejaba, quería ser atendido
¡Co-co-co-co-co! ¡Ay! Desde hace varios días
que no como, co-co-co,
que no duermo, co-co-co-co.
Sufro y sufro sin remedio,
por culpa, qui-qui-ri-qui,
de una malvada, despiadada muela.

El dentista, al escucharlo,
no salía de su asombro.

(Mima al oso)

¿Cómo es posible, recorchos,
que los gallos tengan muelas?
Y para colmo y recolmo,
que se quejen que les duelan.
¡Este gallo es un fenómeno!
Veamos qué cosa es ésta.

Así fue como Don Oso comenzó a examinarlo.


(Mima al oso en la acción de examinar)

No, no, no, no.
No es posible, señor gallo, con respeto se lo digo,
si usted anda dolorido, no es culpa de una muela.
Ha de ser otro el origen del dolor que a usted le aflige.

(Mima al gallo)

Señor, co-co-co-co. Usted me está faltando el respeto.
Negándome que yo pueda tener dolor de muelas.
Se olvida de mi apellido. ¿No conoce mis influencias?
Mi abuelo fue general, mariscala mi abuela.
Mi tío interventor, y mi padre es actualmente
persona muy benemérita.

Don Oso se preocupaba
por situación tan tremenda.
Tener que atender a un ave
que pretende tener muelas.
Tratando de persuadirlo
le habla de esta manera:

(Mima al oso)


Es que... usted sabe... Don Gallo... las aves...
con respeto se lo digo, las aves no tienen muelas.

(Mima al gallo)

¡Cómo! ¡Co-co-co-co! Esto es ya el colmo.
¡El colmo de la insolencia!
Me quejaré al Ministerio
de las aves que no vuelan.
Usted está insultando, a través de mi persona,
a toda mi parentela.

(Mima al oso)

Bueno, bueno, no se ofenda.

Y Don Oso Sacamuelas, sin perder su calma,
armado de gran paciencia...

Bien... Bien... Yo volveré a revisar, volveré a ver.
Es posible que tal vez, sin yo verlas,
usted las tenga, y yo, torpe, no las vea.

Ante tan horrible situación,
adivinen lo que ocurrió.
Don Oso, que además de sacamuelas,
era gordo e ingenioso, ideó la siguiente treta.
Tomó una muela muy vieja,
que a un hipopótamo perteneciera,
y de la siguiente manera, fingió extraérsela.
Primero con una enorme jeringa,
le aplicó una inyección, para evitar el dolor.

(Mima al oso)


Y al punto, con una gran tenaza,
representó la comedia
de la extracción de la muela.

(Mima al oso)

El pobre Don Gallo sufría de esta manera.

(Mima al gallo)

Finalmente feliz, aunque algo dolorido,
después de haber pagado una gruesa suma de dinero,
se fue llevando el molar que el sacamuelas,
Don Oso, dijo haberle extraído.
Por supuesto que se lo llevó consigo,
para poder lucirse,
mostrándolo a sus amigos.

(Mima al gallo. Trufaldino sale)


Autor: Roberto Espina

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