14.4.09

LA CARPA DE TRUFALDINO



(C) Ilustración: Roberto Espina






PEPE EL MARINERO (fragmento)



(Llega Trufaldino, cantando. Se encienden las luces. Se escucha el grito prolongado del titiritero que llega)

Trufaldino:
¡Titiritero! ¡Titiritero!
Esta es la carpa de Trufaldino,
el andariego caminador.
Titiritero, Titiritón.
Vengo de lejos por los caminos.
Soy Trufaldino, caminador.
Titiritero, Titiritón.
Recorro el mundo con mis muñecos,
para alegrarles el corazón.
Titiritero, Titiritín

Estoy de paso y ando feliz.
Titiritero, Titiritón.
Y ya comienza la diversión.
Y ya comienza la diversión.
Titiritero, Titiritón.
Titiritón, Titiritón.
Soy Trufaldino, caminador.

(Al finalizar el canto, Trufaldino deja su carrito al fondo del escenario y mientras va extrayendo de él elementos de utilería o escenografía -que distribuye, cuelga o dispone- llama a personajes o muñecos que han de jugar la pieza)

Trufaldino: ¡Pepe!, ¡Marina!, ¡Pata de Roble!, ¡Ojo Torcido!

(Luego se dirige al público)

Respetabilísimo público. Vengo de lejos por los caminos. Soy Trufaldino, caminador. ¿No han visto pasar por aquí al viento? Lo ando buscando, para darle una trompada. El otro día me tomó de sorpresa por la espalda y me dio tal empujón que quedé con el pescuezo torcido. ¿Saben ustedes todo lo que les traigo en ese maravilloso carro?... ¡Que lo van a saber! ¡No pueden ni imaginarlo!

(Se va hacia el carro, y en el orden que se describe, va sacando los elementos de la primera obra)

Este barquito. Este extraordinario barco es de Pepe el Marinero, que pronto llegará hasta aquí navegando.

(Deja el barquito al costado izquierdo del escenario)

¿A ustedes les ha ocurrido que, al romper un tierno pan, salió volando una clara e impalpable mariposa de harina, o al cortar en dos mitades una naranja madura, encontrarse con una jugosísima rueda de dorados rayos transparentes? Entonces, no habrá ninguna dificultad para imaginarnos el misterioso paso de la luz de agridulce sabor con unas gotitas de sol y algunas cucharadas de luna.

Porque es necesario que sepan que esta obra comienza de día, pero luego llegará la noche...
Rum, rum, rum. Aquí delante protesta sin cesar el viejo mar. Estamos en un puerto, que no debo decir cómo se llama.

Abran bien los ojitos, para poder ver a Pepe el marinero que ya llega navegando en su barca de papel.
Por allá, a lo lejos, diviso el humo negro de su frágil navío...



Autor: Roberto Espina

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