22.2.11

JUANDEMARÍADE


CORO:
A diario vuelven Juan de Garay o el otro Juan, el Díaz de Solís; hispánicos fidalgos (hijos de algo); a fundar y re fundarnos esta Santa María del Buen Aire.

Lo hacen como siempre, con modales, conductas sabidas, memorizadas, por tan repetidas, en el mismo lugar, en la calle Corrientes, a la misma hora, se presenta y representa, este Don Juan; "D" olvidando, o haciéndose el que no sabe, que luego ha de ser liquidado por los nativos, los indios se lo banquetean. Esta comilona se ha de hacer menta (antes se metieron en el buche al tal Juan Díaz) mentado relata oral, que en muchas bocas, en variedad de lenguas va cobrando presencia perdurable, hasta ganar también, el documento, testimonio escrito, retenido en letras; letras que aroman el tuco y el pesto, en esta carta que denuncia, anuncia, en manos de don Walter, Walter Subiré -actor, que él ha de encarnar el rol donde se sujete la memoria, se hace cargo, cargo de recordar, de recordarnos que: Santa María del Buen Aire, que también fue llamada Trinidad, no puede dejar de ser y para ello hemos de: re fundarla día a día, convocando al finadito (los finaditos) que por alga, nuestros antepasados, congéneres, se lo sirvieron, masticaron, para que no se extinguiera en vano.

Este es el titulo, el titulo tan solo de la historia que comenzaremos a narrar, desde un ahora, ese ahora en que este... pareciera ser que nos fundaron.
Comenzaremos a cocinar hidalgos.
Walter Subiré, tú tienes la palabra. Parada allí junto al Obelisco, estamos expectantes viéndote, con tu figura regia, caballero del tablado, la espada de tu lengua nos ha de hacer saber que ya nacimos, que nos es dado el don de existir en estas comarcas. Tú también has de ser comido por nuestros oídos ávidos. AI este y al oste de muchas partes nos anunciaras el norte, luego, el sur del continente, y obedeciendo a tus instintos de comediante viajaremos, palpando tierras, en las que tú "descubiertero" nos impulsarás a fundar ciudades, ciudadelas del sueño, para amanecernos argentinos, hijos nuevos, renovadores, de un verbo ancestral, venido par el mar a desafiarnos, poner alerta en los sentidos, aprender, saber representarnos. Para ella, parece ser, que hacemos esto que se dice teatro.

He aquí tan sólo el título, de lo que presentaremos, estimado, temido público:

Hijos, fijos, fijados, fundados aquí estamos.

Del renovar la fundación, es labor, desafío diario.

Nosotros artesanos del tinglado.

Auxilio, urgente! EI árbol de la vida está pidiendo que se le injerte un sueño. Se amargaron sus frutos.

Por ello hoy aquí, al pie del obelisco, tú, Walter Subiré, actor, enciendes un cirio, un gran cirio, una vela para que anuncie tu llegada, el arribo de tus naves cuyas bodegas, repletas de avatares y desatinos, han de ser traficadas ahora, por la aduana. Aduanas que vigilan, cuidan los guardianes de sueño.
Guardianes que desde siempre, allí estuvieron, bajo el sol o las lluvias, aguardando, auditando lo que pudiera suceder, que ahora sucede, ocurre y nos espanta; un volver a nacer.

Tú lo propones cuando te calzas el morrión, alzas la espada y dices: ¡Hoy te vuelvo a fundar, che Buenos Aires! Soy tu Pedro o tu Juan de... (Garay o Mendoza) eso en lo fundamental poco interesa, lo que sí importa, vale, significa, es saber que éste es el escenario, lo que tenga que pasar, lo que ya ha sucedido, aquí tiene su lugar; el escenario.

Tu pantomima Walter (alias Juan de Garay), ¡herética, momificada, rememora, recrea los gestos ya sabidos casi mecánicos como no creyendo, señalando hacia los cuatro puntos cardinales. ¿Cómo es posible?

Como mierda viene a suceder que allí surja, se arme pista de baile, tal vez lupanar en que una pareja como de comparsa, un macho y una hembra apretujados con algo de siniestros fantoches, ángeles enmohecidos en el rencor, olientes a tabaco, alcohol y corralones, trazan dibujan una forma de danza que hace pensar en las cópulas clandestinas. Complicidades, traiciones, engaños, muertes y más muertes condenadas de antemano, a contramano tal vez… Todo a la vez parece suceder bajo la luz tristona, invernal, farol de esquina, puerta de convento, mostrador de estaño en boliche, que pudiera ser pariente o compinche de aquel llamado "Ramos" frecuentado por el Tito Cosa entre tantos otros…

No es sólo eso, sino que: ¡Me cago en Dios! Antes pasaron cosas que para qué te cuento. Aquello de la edad del cuero. Tanta bestia baguala, chúcara, montaraz, arisca, pastando en estas Pampas y vos allí siempre parado, medio papanata, sin saber qué decir ni cómo hacer para que te crea.

¿Quién te dijo que vos podías encarar este personaje?

Quien te halló un algo, un parecido con el Juan de... ¿con el de Garay? Por supuesto que no convences y que nadie ya mira hacia la escena, sino que se entretiene contemplando nubes que pasan, pajaritos, piernas, glándulas mamarias, columnas vertebrales, coxis y esternones, algún cartel o afiche porno, pantorrillas.

Por más que te desvivas, ¡no!... Se sabe, se supo que el pan de utilería vos te lo morfaste, u que Gandolfo al llegar el momento, la escena en que… los bajos fondos del Gorky, Máximo, Pedrito, Héctor, Alejandra, etc... etcéteras elenco.

¡No!, no estaba el pan… Todos te miraron, y vos como si nada. Bronca, mucha bronca, planeó sobre la escena. Lo supo hasta el partido. El público, como siempre, idiota, ingenuo, bestia domesticada, como si nada, todos como si nada. ¿Qué berretín o antojo es este del querer hacer creer que no pasa nada?
Serás lo que debas ser sino no pasa nada. Cuanto tiempo llevas allí, disfrazado, vistiendo esas ropas alquiladas, y no te sabes el texto; olvidemos los del pan, lo del marroco… Como si el autor no existiera, nadie escribió nunca una obra que se refiera a la vida, pasión y desgracia de Don Juan de Garay, de Don Juan Díaz o del Pedro, todos de... de algo. Y la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, ¿qué dice? ¿EI señor intendente que piensa?
Hay auspicios, subvenciones, financiamientos pero no representación, no hay texto.
Hay cortes de tránsito, hay agentes de vialidad, de tránsito que despejaron la calle Corrientes, nada, nadie circula por esa arteria, pues por allí se aguarda, debe e entrar el malón, la indiada.
Desde la costa, el puerto, montados en .cuero, en cabalgaduras sudorosas, desbocadas, como un espanto, viento huracanado ha de llegar la indiada. Se huele el aluvión, la masa sudorosa. ¿Y la jauría? La jauría de perros cimarrones, ¿por donde los metemos Walter? ¿Qué vamos a hacer si se nos apaga esto que llamamos Buenos Aires? ¿Dónde habremos de recalar nuestros navíos?
Por eso digo que aullar es bueno, es bueno aullar y tener donde, tal vez nadie lo entienda, mientras tanto se miente tanto que ya nadie cree.
Caeremos de improviso, un de repente y nadie podrá decir que no existimos. Convéncete y convence a quienes han concurrido a verte, a escucharte, por favor apréndete la letra y empecemos.
Empecinados a porfía, no hay que ceder un ápice que si no nos fagocitan te digo. Afirmate y no aflojes. Cuando te pregunten “a quién le ganaste”, respóndeles que le pregunten a Beresford, el golazo que le hicimos a Inglaterra, que en medio de toda esa maraña gambeteamos; lo hacemos a nivel mundial, lo paseamos al balón del planeta y allí queda incrustado en la red por Diego Armando.

Así somos, perdedores, fracasados, que tenemos un Jorge Luis allá en Palermo, que se hizo porteño sin quererlo, que tampoco él le ganó a nadie, ni siquiera a la esquina que pintaba (se dice que rosada), pero no hay quine la borre del recuerdo. Y hablemos del morocho que cantaba ¿qué le puso a su voz para estar vivo todavía?

Sin misterios. Sin misterios Walter.
Aquí estamos invasores e invadidos, exiliados y emigrantes; canzoneta que acuna nuestras horas, canzoneta gris de ausencia, de esta herida absurda.
Contame, contanos tu fracaso, decinos tu condena, habla de la pena que te ha herido.

¿Hay más? Claro que hay más.
¿Quién es ese que está metido dentro de esos hábitos de monje jesuita?, no se le ve la cara, se hace el desentendido, pero mira, lo observa todo, todo lo registra. Qué se trae debajo de ese poncho con capucha que lo cubre, lúgubre personaje, con su mano sarmentosa, seca, amarrando fanática esa cruz, en la que quiere, parece ser, crucificarnos. Trae una tea con la que hace arder nuestro tablado. ¡Recinto de herejías!, él le llama. Cuando todo arda, se queme, nos iremos a fundar otro Buenos Aires, en cualquier otro lado, total ya tenemos casi el texto, también los personajes. Eso nadie, nada, por más que a hagan y deshagan, ha de quitárnoslos, nos los ha de quitar. Clandestino, eso haremos, teatro clandestino, traficantes, delincuentes seremos, si a eso se nos obliga, lleva, empuja. Que se sepa, que se enteren, ese es nuestro negocio.
Instaurar, defender el ocio. Nuestro comercio, hacer pasar esa mercadería por fronteras y puertos, también de contrabando.

Hablando del andar andando, hay gente que trae pegada en la media suela la mala racha, la desgracia, (aparte del agujero en la media) así, paso que da la siembra, la lleva.

En esta ciudad dos veces bautizada, que en la dos fue Buenos Aires, una vez por gracia de Don Pedro, otra por la perseverancia de Don Juan. Acaso los dos traían pegada, adherida a esa señora la misma racha. Así fue como se quedó aquí entre nosotros.

Tiempo hacía que no les miraba el rostro a mis congéneres, mis coterráneos.
Debo manifestar, decirles mi sorpresa. Nos veo, los veo heterogéneos, de orígenes múltiples, esta puede que se la causa, la que haga que esa masa llamada población resulte inagotable.

No hay gobierno que nos venga, que nos calce, zapato que nos ajuste, nos contenga a todos.

¿Cómo mierda haremos un teatro?
Che Juan de Garay, ¿sabías qué hacías al fundarnos?, la que se iba a venir luego de esa memorable fecha. Hacete cargo Walter, tu actor, tienes que contarnos el cuento.

Aprende el texto, confórmanos, no te achiques como lo hicieron otros que empezaron a vendernos sueños y se rajaron... dejándonos en el orfanato. Afanaron todo lo que pudieron y se hicieron humo, niebla, riachuelo, vapor.

Para que no quepa duda de que nos fundaron, se levantó esa mole de cemento.
Hace sospechar que del todo no creemos que un día eso sucedió y allí empezamos.

Confórmanos Walter! Conquista, refunda, inventa, aduéñate del escenario.
¿Se puede acaso representar, vivir el drama careciendo de escenario?


Autor: Roberto espina

Fragmento de la obra: JUANDEMARÍADE

EL ENSAYO o QUIÉN LE TEME A BEAU GESTE



Hermógenes: EI ensayo, hay que seguir con el ensayo. Ahora viene el funeral vikingo. Aquí tu haces de Miguel, Miguel agonizando. Yo soy Juan. Acuéstate aquí. Este cuerpo de legionario muerto es el de Lejaune. Te servirá de almohada así armamos el cuadro. Yo te sostengo la cabeza y digo: Me incliné sobre Miguel, cuyos ojos se habían cerrado de nuevo ¿Estaría muerto? Cierra los ojos pelotas, que me desconcentras.

Claudio: EI gran pelota que desconcentra eres tú, que le está contando al público lo que está viendo. "Me incliné sobre Miguel..." Te estamos viendo, para qué mierda tenés que decir "me incliné sobre Miguel". Te inclinas y basta. "¿Estaría muerto?" Como estaría muerto... Lo estás pensando allí frente a él, aquí mismo. Estará muerto... Es lo que piensa Juan. Junto a Miguel. Estará, no estaría tarado.

Hermógenes: Tú tienes que decirme ¡firme compañero! ¿Tienes las cartas?

Claudio: ¡Firme compañero! ¿Tienes las cartas?

Hermógenes: Le dije que las entregaría en persona. Que los dos éramos los únicos sobrevivientes. Que pronto llegaría el socorro.

Claudio: Pero dímelo a mí. Eso es la novela y estamos haciendo teatro, güevitas.

Hermógenes: Si, es verdad, aquí va: Hermano Miguel las voy a entregar en persona. Somos los únicos sobrevivientes. Pronto va a llegar el socorro y entonces vamos a ser ascendidos y condecorados.

Claudio: ¿Por haber matado a Lejaune? (Ríe, se sonríe) Escucha Juan... Estoy herido de muerte. Busca un camello y huye...
Aprovecha la oscuridad de la noche. Prométeme ¡Dios mío! Estoy ciego... Juan, Juan el funeral vikingo.

Hermógenes: Murió, salvándome la vida. Oh! Beau, hice cuanto pude por ti. No tenía ningún caballo, lanza, ni escudo que poner a tu lado, pero puse un perro a tus pies. Lejaune con mi bayoneta clavada en el pecho. Y Beau tuvo su funeral vikingo... con un perro a sus pies.

(Hermógenes cae semidormido, cansado, sobre el muñeco que figura ser Lejaune. Claudio se ha dirigido a la mesa en busca de trago. Advierte que echan una carta, un sobre debajo de la puerta. La recoge, la observa, camina en silencio y comenta:)

Claudio: Llegó un mensaje.

Hermógenes: (Siempre acostado sobre el muñeco) ¿De quién?

Claudio: La compañía eléctrica

Hermógenes: ¿La cuenta?

Claudio: No, es una nota.

Hermógenes: ¿Qué dice, de qué se trata?

Claudio: Dicen que se van.

Hermógenes: ¿Cómo que se van?

Claudio: Sí, y se llevan todo.

Hermógenes: ¿Qué significa llevárselo todo?

Claudio: Todo, las usinas, generadores, plantas, distribuidoras, etc. Todo. Les resulta antieconómico darle luz a este país. Se aburrieron parece.

Hermógenes: Eso es una locura. ¿Y a dónde se van?

Claudio: No lo dicen. Se supone que a Inglaterra. Es una empresa, compañía inglesa.

Hermógenes: ¡Que carajos! ¿Cómo nos hacen una cosa así? Dejarnos sin luz. Que te parecen estos bucaneros, piratas, filibusteros.

Claudio: Pero hay que reconocer que son caballeros. Gentlemen. Bien educados. Te avisan. Te lo informan. No se van así nomás como rufianes. Sino que se retiran con dignidad.

Hermógenes: Sí, eso es cierto; son caballeros. ¿Y cuándo se van?

Claudio: A fin de mes.

Hermógenes: ¡Ya!... Puta, hay que comprar velas. Se lo llevan todo. Nos quedamos a oscuras. No es negocio darnos luz. Así que se estuvieron sacrificando. Trabajando a pérdida para darnos luz y nosotros nada... ¡Que pencas que somos! Ni la luz podemos financiarnos.

Claudio: (Ha ido hasta un mueble en el que deja el sobre de la compañía de electricidad y se encuentra con otro sobre, esas que ofrecen las compañías de aviación. Lufthansa. Avianca. Lan Chile. O la que se prefiera) Siguen los papelitos sorpresa. Este sobre contiene pasajes aéreos. Dos pasajes a... Y para fin de mes. ¿Quiénes viajan?

Hermógenes: Sara y yo. Vamos a pasar unos días por… Taif

Claudio: ¡Qué fantástico! ¡Cómo te envidio! (Claudio camina y se aproxima al balcón) ¡Qué bueno es viajar! Uno se... ¿Y qué vas a hacer con el departamento?

Hermógenes: Lo voy a entregar. Ya hablé con la inmobiliaria.

Claudio: Ah... Ya… Claro.

Hermógenes: ¿Te interesa? Está bien ubicado y no es caro… Si tú…

Claudio: Sí, tiene que estar bien ubi... ¿Qué es eso que se ve al frente?

Hermógenes: Una vista panorámica de los campos Elíseos. “L’eau de Paris” Lo hizo poner la empresa del agua colonia francesa “L’eau de Paris”

Claudio: Es bonito.

Hermógenes: Sí, antes tenía uno de Marlboro. Unos caballos fantásticos, salvajes. ¡Iban en patota!, felices por un prado californiano.

Claudio: ¿Cada tiempo lo cambian...?

Hermógenes: Sí, es lo más entrete… Lo variado.

Claudio: Así que te vas. Se van…

Hermógenes: Pero volvemos… Pronto. Retomamos la obra… Con más ganas. El viajar oxigena, Clorofila. Clorofila.

Claudio: La Rosario también quiere… Me lo está pidiendo. Le debe haber contado la Sara.

Hermógenes: ¿Qué cosa?

Claudio: Que ustedes… (Suena el teléfono, atiende Hermógenes)

Hermógenes: ¡Aló! Si… Si Don Álvaro. Sí, los pasajes están reservados. Gracias, muchas gracias. Es que nosot… Cortó el viejo cretino.

Claudio: ¿Quién era?

Hermógenes: El tío de Sara, el de la Fuerza Aérea. Dice que ya arregló todo. Que por ahora estamos a salvo, pero que tenemos que volar, desaparecer por un tiempo, hasta que se aplaquen, se clame la marea.

Claudio: Y yo… ¿A dónde me voy?

Hermógenes: No hablaron con Rosario de…

Claudio: ¿No te sobra alguna maleta?

Hermógenes: (Riendo) ¿Maletas? Claro hombre, ¿Cómo no voy a tener maletas? Una maleta para un amigo. Nos vamos todos. (Entra y sale trayendo abundante cantidad de maletas) Elige la que quieras, la compré en el Persa, regaladas. Son yanquis. Maletas especiales para volar. Todas hacen juego. Mira tienen rueditas, manijas, se agarran de esta correa y se las lleva como un carrito, un trencito, un caballito, un perrito.
(Comienza, inician un juego con las maletas)

Claudio: Hico, Hico caballito.

Hermógenes: Piu. Piuuu, Trencito (Corren, ríen)

Claudio: Hico. Hico caballito. ¿Por qué no me llevas caballito? Caballito bonito. (Deja las maletas y camina hacia el balcón) EI viento Harmattan nos ha enloquecido. Le Cafard ataca en forma virulenta. Produciendo suicidas y homicidas. ¿Sabes dónde quiero ir...? A TAIF. Montañas altivas de vertientes cobrizas. Frescura deliciosa del aire. EI Massarah yergue, a 1800 metros de altitud, sus columnas de cristal y sus jardines en terrazas, en el flanco de la aldea silenciosa. Y junto a la autopista del desierto, el aeropuerto de altura más moderno del mundo, emerge en el crepúsculo. Las luces de situación de la pista se encienden, y se iluminan cuatro letras, trazadas aquí, solamente en árabe. TAIF. En los albores del siglo pasado. Saud EI Grande fue muerto allí. Hace tres siglos Malcoma, huyendo de La Meca, allí halló refugio, durante una noche y un día. Y desde allí emprende la conquista del Islam. Hico, hico caballito. ¿Por qué no me llevas caballito bonito? Otros codician "La Joya" o piedra preciosa que los ha de enriquecer. Tal vez nos maten porque quieren apoderarse de la valiosa piedra. "El agua azul" que dicen que está en nuestro poder. Como podemos advertir que no tenemos salida alguna, estamos metidos en una trampa de locos, de dementes, fanáticos y bestiales. EI viento Harmattan nos ha enloquecido. Le Cafard ataca en forma virulenta.

Caballito bonito Hico, hico, sácame de aquí...


Autor: Roberto Espina

Fragmento de EL ENSAYO Ó QUIÉN LE TEME A BEAU GESTE

DIÁLOGO DE ALGUIEN QUE SE BUSCA

A.- A usted puede saberse, qué le pasa?
B.- ¿A mí…?
A.- Sí, con usted estoy hablando.
B.- Y… me pregunta qué me pasa?
A.- ¡Exactamente!
B.- A mí, exactamente, no me pasa nada.
¿Y a usted?
A.- Yo quiero saber por qué me mira.
Porque usted me está mirando, no me lo va a negar.
Hace rato que observo que usted me está mirando, está aquí parado mirándome.
B.- Correcto, eso es lo que estoy haciendo.
Estoy aquí parado mirando lo que usted hace.
A.- ¿Y qué es lo que ha visto que tanto le interesa?
B.- Como ver, lo que se dice ver, ver no he visto nada.
A.- ¿Nada?
B.- Nada…
A.- Le parece que estoy haciendo nada, que me desvivo, agito, ando por nada?
B.- Sinceramente sí; no he podido saber qué es lo que a usted le agita tanto.
A.- Bah… Con gente como usted uno pierde el tiempo, mejor que vuelva a lo mío.

(“A” retoma su agitado quehacer, hasta que el malestar que le ocasiona la presencia de “B”, que continúa impertérrito observándola, parado en el mismo lugar, la hace estallar descontrolada)

A.- Se puede saber hasta cuándo va a seguir allí parado, mirándome, como un idiota que no entiende nada.
B.- Señora, yo no le he faltado.
A.- ¡¿Qué no me ha faltado… cuando se atrevió a decirme que estoy haciendo nada?! ¡Nada! ¿Eso es para usted este desvivirme buscándome?
B.- ¿Cómo ha dicho?
A.- Dije idiota.
B.- No, después.
A.- Después he dicho buscándome.
B.- ¿Usted se está buscando?
A.- ¡Exactamente! Cosa que a usted parece no importarle un pito, no darle la menor trascendencia.
Por qué no se retira y me deja sola, deja de estorbarme y hacerme perder el tiempo?

(“B” permanece mudo, como paralizado, “A” lo mira, aumenta su furia y decide partir, irse)

A.- Si usted no se va, voy a ir a buscarme en otro lado.

(“A” comienza a salir, pero “B” la llama, la detiene)

B.- ¡Señora… ó señorita…, usted no tiene por qué irse! Finalmente, siento que el que tiene que retirarse soy yo.
A.- ¿Entonces se va a ir? Se va a ir usted… y abandonarme. El único testigo de mis afanes, se va. Está bien váyase, váyase si así lo prefiere.
Libérese de su responsabilidad. Ya le he dado el pretexto.
Su ego, su amor propio debe de sentirse herido. Usted es el típico ególatra, que no piensa más que en sí mismo.
¿Es que usted no se busca?...
Nunca se ha buscado?
B.- Pues…
A.- Pues qué? Diga.
B.- Pues que para buscarme, antes tendría que perderme.
A.- ¡¿Qué ha dicho?!
B.- Dije que para salir a buscarme, antes tendría que perderme.
A.- ¿Quiere decir que yo soy una perdida?
¡Me ha llamado perdida!
B.- (Exasperado grita:) ¡No!...
A.- ¿Qué le pasa? Por qué grita de ese modo, se olvida que soy una dama.
B.- (Confundido, idiota, desorientado) No, No… Pido mil disculpas, usted es una dama, una dama que se busca y yo la miraba, miraba como se estaba buscando y yo idiota, estúpido como soy no podía entender su desvelo. Usted es una dama que se busca.
¿Hace mucho que…?
A.- Mucho? Hace mucho que?...
B.- Que está en esto?
A.- En esto qué?
B.- En la búsqueda de usted.
A.- Toda la vida, desde que tomé conciencia. Desde que tuve la revelación de mi inexistencia.

(Se miran, breve, denso silencio en el que ambos sienten que están ante una certidumbre. “B” lentamente dice:)

B.- Entonces… usted… no existe?
A.- Exacto… Puntual ¿Comprende ahora mi tragedia?
B.- Trato, trato, me esfuerzo… pero…
A.- A usted, nunca le ha pasado algo semejante?

(“B” con pudor, vergüenza, complejo de inferioridad dice:)

B.- No… no me ha pasado… Disculpe que…

(“B” gira avergonzado, está de espaldas a “A” y monologa, mientras “A” desaparece de escena como una sombra o fantasma)

B.- ¡Oh! Qué ciego he estado, qué ciego y torpe… mediocre… infame… inútil… Pero yo prometo que…

(“B” gira en busca de “A” ausente, al tener la evidencia de esta ausencia, comienza a buscarla del mismo modo, con la misma fiebre con que “A” se buscaba a sí misma.
Reaparece “A” y al encontrarlo en estas faenas le interroga:)

A.- ¿Qué está usted haciendo?
B.- No se da cuenta acaso que…
A.- ¿Qué? De qué tengo yo que darme cuenta? Se puede saber?
B.- Pues sepa que…
A.- ¡Qué!
B.- Que estoy afanado, desesperado buscándola.
A.- ¿A quién?
B.- A usted.
A.- A mí… me está buscando a mí.
B.- Exactamente eso.
A.- ¿Y cómo le va?
B.- ¿Va qué?
A.- Su búsqueda… Resulta?
B.- No, no la hallo por ninguna parte.
Por más que busco, rebusco y me afano, no logro saber dónde está.
A.- No será que…
B.- Qué?
A.- Que no ha puesto usted el suficiente empeño, la debida voluntad? Tal vez no le interesa tanto, lo suficiente hallarme.
B.- Porque en lugar de criticar y juzgar no colabora conmigo. Me ayuda a encontrarla.
A.- No es mala idea. Puede resultar entretenido.
B.- Así que para usted esto es un entretenimiento. Esto en lo que yo me juego la vida, a usted la entretiene. Un juego, un simple juego.
A.- Eso, juguemos al frío y caliente. No sea quisquillosa y susceptible.
Lo voy a ayudar a que me encuentre.
B.- ¿Usted quiere realmente?
A.- Realmente qué?
B.- Que la encuentre.
A.- Basta de tonteras y empiece a buscarme. Búsqueme con pasión, con desenfreno, paciencia, perseverancia, constancia, empecinado, astuto, sutil, desesperado, esperanzado, pero búsqueme sin reposo, hágame sentir que existo.

(“B” anda, se agita, busca, “A” detrás lo observa y guía)

B.- ¿cómo voy?
A.- Frío, Frío…
B.- ¿Y por aquí?
A.- ¡Se congela!
B.- ¡Por dónde, carajo!
A.- Búsqueme, búsqueme.
B.- Dígame algo.
A.- Tibio, tibio.
B.- Gracias, voy llegando.
A.- Caliente, caliente.
Requete caliente ¡Ay! se quema. Se quema. ¡Se quemó!

(“A” y “B” se abrazan. “B” agitado respira y exhala su parlamento)

B.- ¡Al fin, mierda!
A.- Al fin juntos.
B.- Lo logramos.
A.- Nos encontramos.

Autor: Roberto Espina